domingo, 10 de septiembre de 2023

Los herederos de la Tierra

 

Autor: Ildefonso Falcones

Editorial: Grijalbo

Año: 2016

Páginas: 896

Género: Narrativa histórica

Sinopsis: Barcelona, 1387. Las campanas de la iglesia de Santa María de la Mar siguen sonando para todos los habitantes del barrio de la Ribera, pero uno de ellos escucha su repique con especial atención... Hugo Llor, hijo de un marinero fallecido, a sus doce años trabaja en las atarazanas gracias a la generosidad de uno de los Prohombres más apreciados de la ciudad: Arnau Estanyol. Pero sus sueños juveniles de convertirse en constructor de barcos se darán de bruces contra una realidad dura y despiadada cuando la familia Puig, enemiga acérrima de su mentor, aproveche su posición ante el nuevo rey para ejecutar una venganza que llevaba años acariciando.

A partir de ese momento, la vida de Hugo oscila entre su lealtad a Bernat, amigo y único hijo de Arnau, y la necesidad de sobrevivir en una ciudad injusta con los pobres.

Obligado a abandonar el barrio de la Ribera, busca trabajo junto a Mahir, un judío que le enseña los secretos del mundo del vino. Con él, entre viñedos, cubas y alambiques, el muchacho descubre la pasión por la tierra al tiempo que conoce a Dolça, la hermosa sobrina del judío, que se convertirá en su primer amor. Pero este sentimiento, prohibido por las costumbres y por la religión, será el que le proporcionará los momento más dulces y amargos de su juventud.

Citas

-"A ninguno nos complace la humillación o la sumisión; el problema es saber cómo escapar de ellas".

-" Podemos andar juntos y charlar... y hasta reír si nos apetece, pero lo que no podemos es vivir juntos. Ningún cristiano puede vivir bajo el techo de un judío".

-"Poco les importaría a tus sacerdotes que un cristiano yaciese con una judía, pues lo ven como otra forma de sumisión, del poder que mantienen sobre nosotros. Al revés sí que les importaría; bien establecen vuestras leyes que si se encontrase a judío yaciendo con cristiana los dos deberían ser quemados de inmediato".

-"La mujer que enviudaba se liberaba del matrimonio y de la potestad del hombre, y recuperaba su condición virginal. Las viudas estaban llamadas a la castidad y a la oración, a la penitencia y al ayuno, a la humildad y al recogimiento. Poco importaba a los eruditos cristianos la situación económica y familiar de la mujer, lo único que tenían en consideración era su conducta, su moralidad".

-"Las segundas nupcias no sólo eran una bigamia sucesiva sino que demostraban la incontinencia de la mujer: la encarnación del diablo. Si la Iglesia asumía la prostitución en aras de impedir el adulterio y las relaciones contra natura, toleraba las segundas nupcias, sobre todo de las viudas jóvenes ante el riesgo de que cayeran en la lujuria".

-"Es su esposo. Mientras no la mate, puede pegarla y castigarla".

-"Los sacerdotes visitaban a sus parroquianos y les instaban a que hablasen y denunciasen los pecados de los demás: los adulterios, los actos de brujería, las cosas deshonestas, los juegos prohibidos, a aquellos que vivían en concubinato, a los judíos que no cumplían con sus obligaciones".

-"La judería de Barcelona, como muchas otras, no era sino una ciudad dentro de la propia ciudad. Rodeada por la catedral, la plaza de Sant Jaume, el Castell Nou y la muralla romana, alojaba en su interior a cerca de cuatro mil personas que se hacinaban en un espacio insuficiente. Tan pequeña se había quedado que se creó una judería menor, al otro lado del Castell Nou, por fuera de la antigua muralla romana".

-"Los malos usos que otorgaban a los señores feudales un inmenso poder sobre los siervos de la tierra, desde el derecho a yacer con la novia en la primera noche, el de maltratarlos y castigarlos, hasta la prestación de  servicios personales, pasando por todo tipo de pagos abusivos, se habían fortalecido. La peste negra de 1348 y el trágico descenso de ls población dejó muchos campos sin labrar. La única solución que encontraron los señores feudales, Iglesia incluida, para impedir la movilidad de quienes explotaban sus tierras fue la de aherrojar todavía más a aquellos que eran sus siervos".

-"Ningún hombre debería verse obligado a comprar su libertad".

-"Aquellas cristianas hipócritas por un lado rezaban y por otro exigían la muerte de una criatura... tras permitir y silenciar la violación de una joven criada, de aquello no le cabía la menor duda".

-"Los catalanes deben ser parcos en el comer y en el beber", aconsejaba el fraile Eiximenis en sus libros. Por eso los reyes comían sólo dos platos, o tres en la celebraciones: pollos en verano, gallina en invierno; cerdo, ternera, perdices... Cuestión diferente era la cantidad. Al rey le servían un plato sí, pero con ración suficiente para veinte personas; a los patriarcas arzobispos, raciones para dieciséis; a obispos y caballeros de sangre real, raciones para doce, y los demás nobles caballeros invitados, raciones para ocho".

-"Los conversos falsos eran uno de los problemas más acuciantes de la Iglesia. ¿A qué tanto esfuerzo por convertirlos si después no eran verdaderos cristianos?".

-"La ley promulgada por el rey y la ciudad como se ocupó de recordar el pregonero, disponía que todo esclavo que acudiese a la corte del obispo en reclamación de su libertad y se sometiese al arbitrio de la Iglesia y sus tribunales religiosos incurría en pena de muerte que debía ser inmediatamente ejecutada. La condenada, por ser griega y cristiana, no sería arrastrada por la ciudad como correspondía a otros esclavos, sino ahorcada sin más preámbulos".

-"La gran mayoría de las emparedadas provenía de movimientos sociales ajenos a la vida conventual; se trataba de laicas: beguinas, donadas, ermitañas o beatas que elegían el camino del ascetismo y de la penitencia. Los días, las horas transcurrían con lentitud, dedicadas a la meditación y la plegaria hasta que les llegaba la muerte. Se sostenían por la caridad pública, y los reyes y las reinas, que agradecían sus constantes oraciones consideradas como un servicio al bien público, las protegían y las premiaban con donaciones e incluso prohibían, bajo severas penas, la quiebra de la quietud y la armonía en los alrededores del lugar donde vivía una emparedada".

-"Eran muchas las familias y los médicos que ordenaban la reclusión de una persona en el lazareto por síntomas que en realidad no eran lepra. Cualquier alteración un tanto extendida en la piel podía condenar a alguien a terminar sus días en un hospital para leprosos. Y al cabo de un tiempo de estancia en él todos contraían la terrible enfermedad que mutilaba los cuerpos".

-"En el momento en el que una mujer llega a madre, nada, ¡nada! la detiene si de su familia se trata. Pero una madre también sabe aceptar el dolor si es por el bien de su hijo".

-"Miles de mujeres trabajaban por jornales mezquinos, siempre sometidas al hombre, y en el momento en que este faltaba no era extraño que se hundieran en la miseria".

 

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