jueves, 21 de junio de 2018

La sonrisa etrusca

 


Autor: José Luis Sampedro

Editorial: RBA,  Editores

Año: 1993

Páginas: 288

Género: Relato

Sinopsis: Un viejo campesino calabrés llega a casa de sus hijos en Milán para vivir en la gran ciudad sus últimos días. Dos relaciones ocuparán la espera de la muerte: el descubrimiento de su nieto, en quien vuelca su ternura y en quien ve reflejada la imagen de su propio pasado, cuando era un joven partisano arrogante e idealista, y el amor de una mujer, la última.

Citas:

-"¿Cuánto tiempo aún podrá contemplar ese rostro invulnerable que siempre le inspiró seguridad? La vida les ha distanciado, llevándoles a mundos diferentes y, sin embargo, ¡Cómo echará de menos la sombra protectora del viejo roble!"

-"Se ha traído su manta de siempre, adelgazada ya por el medio siglo de uso. Imposible abandonarla; es su segunda piel. Le ha protegido de lluvias y ventiscas, ha sudado con él las mejores y peores horas de su vida, fue incluso condecorada con un agujero de bala, será su mortaja."

-"Esfumada su figura en los últimos tiempos, pero habitando siempre el viejo corazón, animándolo en cuanto reaparece desde el pasado."

-"En un diván no, pero en la cama sí que cenábamos ella y yo, sin más luz que la luna. La luna resbalando sobre el mar como un camino derecho hacia nosotros... ¿Para qué más luz? ¡Con tocarnos, con besarnos...!"

-"¡Todo es posible cuando sopla el buen viento de la suerte!"

-"En el pueblo los hombres no tenemos hijos. Tenemos recién nacidos, para presumir de ellos en el bautizo, sobre todo si son machos, pero luego desaparecen entre las mujeres... Aunque duerman en nuestra alcoba y lloren: eso es sólo para la madre... Luego sólo se notan como un estorbo si gatean por la casa, pero no cuentan hasta que no les vemos llevar el asno del ramal a darle agua o echar pienso en el corral a las gallinas: entonces es cuando empezamos a quererles si no se asustan del burro ni del gallo... Y las hijas, aún peor: no le nacen a uno hasta que empiezan a manchar cada mes y hay que andar con cien ojos para guardarles la honra."

-"¡Mira que necesitar libros para criarle!... ¡Así no se enseña a vivir, sino con las manos y con los besos, con la carne y los gritos...! ¡Y tocando, tocando!"

-"Tu adelanto es que vas aprendiendo lo principal de la vida, niño mío: que o te haces fuerte o te pisan el cuello."

-"Tienen ojos y no ven; tienen oídos y no oyen."

-"Las mujeres no se comprenden nunca, pero sus sorpresas son lo mejor de la vida."

-"Echa un buen trago de todo, que siempre acaban llegando malos pasos y lo que no hayas gozado en su tiempo ya no lo puedes gozar."

-"Morir sería malo si después te dieras cuenta de que no estás vivo, pero como no te enteras de que estás muerto, ¿qué más da?"

-"Ya no me importará morirme, porque lo que te enseñe no lo podrás ya olvidar nunca."

-"Somos la tercera edad. La mejor, si se sabe vivirla."

-"El tiempo se les pasa volando, acogidos a esa isla de intimidad que han creado para ellos en medio del bullicio."

-"Lo llevo tan adentro que es como el corazón: uno se olvida de él."

-"¡Cuando piensas con el alma te oyen!"

-"En la vida sólo importan unas pocas cosas. Eso sí, hay que saberlas muy bien sabidas para no fallar nunca."

-"Siempre se puede, cuando se quiere."

-"Yo nunca dormí solo, tuve esa suerte. Ahora sí, claro, pero a los viejos nos acompaña nuestra historia. Sí, tuve suerte."

-"Mi suerte la tendrás tú, te la dejaré con esta bolsita en su tiempo. Tú ahora me la revives, se me anima contigo el corazón, resucitan los recuerdos, me arden las ansias y las ganas... Es el cariño, niño mío; que no hay palabras, no, no hay palabras..."

-"A él también le extraña que, de repente, lo tan ansiado parezca recuerdo de cosa ya olvidada. AL mismo tiempo siente un vacío; como si le hubieran robado algo."

-"Siempre hay motivo cuando uno quiere pelea."

-"Dios no hizo bien las cosas: deberíamos vivir tantas veces como los árboles, que pasado un año malo echan nuevas hojas y vuelven a empezar. Nosotros sólo una primavera, sólo un verano y al hoyo."

-"¡Cuando iba yo a pensar que el hombre también florece! ¡Qué sorpresas! Florece con la mujer, claro, ésa es nuestra primavera de verdad. A su lado nos abrimos de noche como el dondiego, si tienes suerte de encontrarla."

-"Me hice partisano por ella... Claro, si yo hubiera conocido a los hijos de puta que la torturaron, con matarlos de peor manera todavía, pues en paz. Pero no se sabía, cualquier tedesco pudo haber sido. ¿El único remedio?: hacerles la guerra a todos, ¿comprendes? Acabar con todos, y me junté a la partida."

-"¿Por qué la llamo pobre? Me quería a mí y me consiguió. Aunque ¿me tuvo de verdad? Ahora pienso que no le di bastante."

-"El peleador siempre está solo. Asusta y todos se apartan. Hasta con ellas, pasado el goce, me quedaba solo... Hay algo más para no estar solo; hay algo más...!

-"La muerte está ahí, al otro extremo del pasillo, a la vuelta de las esquinas de la vida."

-"Si nos hubiéramos encontrado antes no hubiéramos estado maduros el uno para el otro. ¿Te parece poco lo que tenemos? Pues casi nadie lo consigue en esta vida. Ni a nuestros años ni en la juventud... Casi nadie."

-"Ya está dado el paso definitivo, ya el recuerdo deja de ser nostalgia para ser liberación."

-"Tratar a las mujeres. Yo me creía un maestro y que con darles gusto iban ya bien despachadas. Eso no cuesta nada, al contrario, pero resulta que no... ¡Me hubieran dado mucho más si yo hubiera sabido!"

-"El viejo piensa que entre dos se llega mejor a la otra orilla."

-"Los silencios lo cantan todo, son la vida entera de cada uno resucitando, reconstruyéndose y requiriendo a la otra para completarse; son las existencias de ambos abrazándose en un trenzado de anhelos y esperanzas."

-"Olvida: fue como había de ser."

-"Silencio de nuevo, sí, pero ¡cómo habla el tacto!" 



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