viernes, 14 de mayo de 2021

Adiós, Princesa

 

Autor: David Rocasolano

Editorial: Foca

Año: 2013

Páginas: 304

Género: Biografía

Sinopsis: Adiós, Princesa es la historia del choque de un gran tren expreso, los borbones, contra una modesta caravana de gitanos, los Ortiz-Rocasolano, a quienes han arrollado sin preocuparse de mirar hacia atrás. Esta es la historia contada de abajo arriba, despojada del glamour y su mentira, desde lo que queda de aquella caravana destruida.

Citas:

-"Los abogados y los periodistas estamos bien entrenados en disimular lo que verdaderamente nos interesa".

-"Las princesas no son contemporáneas, normales ni libres. Y su mundo tampoco".

-"Los aleteos de mariposa no siempre provocan huracanes. Muchas veces se quedan en aleteo de mariposa".

-"En una profesión tan competitiva como la de periodismo, que te odien un poco unos cuantos colegas es buena señal".

-"Confiaba tan poco en la discreción de su familia que ni siquiera le había confesado a su madre que el anuncio del compromiso iba a producirse  aquella mañana".

-"El odio se puede transformar en complicidad. Todo depende de los intereses de cada uno".

-"Después me fui dando cuenta de que eso que llaman la campechanía de Juan Carlos es, sencillamente, la forma de actuar de alguien a quien todo lo que no sea él, y lo suyo, le da exactamente igual".

-"Felipe es un tío que nunca pierde su papel de tío majo; de buena persona; así nunca manifiesta lo que realmente piensa".

-"Mi indispensable trabajo para mantener la dignidad de la monarquía consistía, generalmente, en ordenarles a todos mis familiares que se mantuvieran quietos y callados. El silencio era la consigna. A poder ser, en estado cataléptico".

-"Como era previsible, aquel día los arribistas plebeyos asturianos íbamos a ser el foco principal de atención mediática. Quizá por eso, la octava condesa de Ripalda, María de la Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla, madre de Jaime de Marichalar, se las arregló para colarse entre los Ortiz-Rocasolano, sin demasiado disimulo. Esa mujer, por alguna razón, necesitaba aparecer en la foto del día. El gran documento: los plebeyos saludando a los reyes. La condesa consiguió su retrato. Nuestra aristocracia a veces exhibe comportamientos bastante indecorosos".

-"El rey no respeta nada ni a nadie. Vive para mayor gloria de su propia persona".

-"A Telma le encanta su papel de hermana guapa de princesa, rodeada de glamour".

-"Los amigos de Felipe representaban todo lo que Letizia detestaba antes. La hipocresía, la falta de compromiso, el ocio como lugar de trabajo, la más absoluta frivolidad, el desdén hacia los que no son de tu clase, el arribismo, la estupidez. Pero su capacidad de adaptación es digna de estudio científico".

-"No fue la apostasía contra la paletez de los asturianos la última que escuché de los labios demi prima. La más llamativa, para mí al menos, fue su fulgurante apostasía del ateísmo militante del que había incluso presumido. He llegado a verla rezar ante la Virgen de Covadonga. Antes de casarse,lo más cerca que estuvo de esa virgen es en el Bar Rapazín, en Cangas de Onís, tomando unas sidrinas y un pantruco".

-" Los cuadros, en Palacio, están desprotegidos, y no se entiende muy bien que a uno no le permitan hacer fotos en el Prado mientras el rey le lanza el humo de sus puros a un Velázquez, a un Sorolla o un Van Dyck. Aquí vale todo".

-"Las manías persecutorias se pueden llegar a convertir en trastornos muy graves. Y lo de Letizia, con sus obsesiones y sus desconfianzas, empezaba a parecerme preocupante".

-"¿Por qué, cuando recibimos una noticia irreparable, nuestro cerebro no nos permite sentir durante un tiempo? ¿Qué sustancia segregamos y por qué? ¿Endorfinas, como al morir? ¿O es que somos fríos por naturaleza y necesitamos cierto tiempo para fabricar, artificialmente, dolor?".

-"La presión mediática se le hacía insoportable a Erika y había agriado su carácter. Estaba enormemente irascible. Y ninguno de nosotros supo ver que tras esa irascibilidad se agazapaba una profunda depresión".

-"Telma estaba encantada en su nuevo papel cuché de hermana de la princesa, pero no soportaba las continuas broncas a las que la sometía Letizia cada vez que abría la boca en un medio de comunicación o se dejaba fotografiar con ciertas compañías. Ya antes de convertirse en lo que ahora es, Letizia había llevado la voz cantante en aquella familia. Pero la vida en Palacio la había transformado en una persona más controladora y más cruel".

-"Al acercarse al ataúd, Antonio Vigo rompió a llorar ruidosamente. Un llanto desgarrado, un llanto macho que resonaba en las bóvedas de la pequeña iglesia. El silencio en que se quedó el templo acrecentaba aún más la ferocidad de aquellos gemidos, casi gritos. Y, entonces, Antonio Vigo, el tímido, el apocado, el asustadizo, se volvió hacia el rey y gritó:

     -¡Vosotros! ¡Vosotros tenéis la culpa! ¡Tú tienes la culpa, hijo de puta! ¡Vosotros la habéis matado! Antonio, entonces, se abrazó a Roberto García, que aprovechó el gesto para llevárselo discretamente de allí".


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